Ya se ha transformado en un cliché la famosa frase “en toda crisis hay una oportunidad”, sentencia que es tan válida ahora como lo fuera en otras épocas de la economía nacional.
Si bien siempre hay varios desafíos para afrontar, también el mundo está lleno de oportunidades que nuestra nación no debería desaprovechar. Dijo el gran filósofo y militar chino Tzun Tsu: “La oportunidad de asegurarnos contra la derrota está en nuestras propias manos, pero la oportunidad de derrotar al enemigo la provee él mismo”. Los distintos enemigos que enfrenta la economía nacional, como por ejemplo, la inflación, el desempleo, la pobreza, la inequidad en la distribución del ingreso, pueden ser derrotados si se adoptan las estrategias adecuadas.
Habiendo ya transcurrido algo más de dos años del presente mandato, hay varios datos alentadores, entre los cuales es posible enumerar:
a) baja de la presión impositiva en un 5% gracias a una gestión más eficiente del Estado;
b) baja de inflación desde un 40% en 2016 a un 25% en 2017;
c) incremento sostenido de créditos hipotecarios (se duplicó el stock de este tipo de créditos comparados con 2016, ascendiendo a $ 118.020 millones) ;
d) mercado de cambios sin restricciones tanto para el ingreso como el egreso de divisas, siendo esto último fundamental para atraer inversiones extranjeras ya que éstas requieren como condición la posibilidad de girar las utilidades a las casas matrices del exterior;
e) apertura de la Argentina “al mundo”, desde una anterior política económica de “hay que vivir con lo nuestro”;
f) crecimiento de los mercados de capitales (bolsas de comercio), siendo el desarrollo de éstos sumamente importante para que las empresas puedan obtener fondeo;
g) buen nivel de reservas del BCRA, las cuales actualmente están en el orden de los U$S 62.000 millones.
Por el lado de los desafíos, el flagelo de la inflación (aumento generalizado del nivel de precios), el déficit primario (se gasta más de lo que se genera), el déficit de balanza comercial (importaciones versus exportaciones), y sobre todo, las expectativas negativas en cuanto al desenvolvimiento de las variables económicas, neutralizan parcialmente algunas de las oportunidades. A pesar de ello, con las medicinas de política económica adecuadas, es posible “curar” estos males.
Se vuelve necesario entonces, gestionar estos desafíos con soluciones innovadoras en post del crecimiento sostenido y sustentable en el tiempo.
Continuar con la baja inflacionaria, es obligatorio –no opcional-, acentuar aún más el buen camino iniciado con la eficientización de la gestión de las finanzas del Estado (gastar mejor) aunque en este último punto hay que cuidar el nivel de empleo –sobre todo en las provincias donde gran parte de su empleo formal viene directamente del Estado en sus diversos niveles, con porcentajes sobre el total de empleo registrado que oscilan entre el 40 al 60% en 14 provincias-, estabilizar el tipo de cambio -al mismo tiempo se deberían generar polos exportadores para generar ingreso de divisas genuinas-, reducir la dependencia del financiamiento en el exterior (el modelo está supeditado al financiamiento de los déficit mediante deuda tomada en el exterior, cada vez más cara y además los niveles de deuda sobre PBI ya encienden semáforos amarillos) y evitar la especulación financiera (canalizar las inversiones hacia sectores productivos de bienes y servicios), serían buenos focos de acción.
Mirar las recetas económicas aplicadas en la historia de nuestro país y sus resultados, entendemos sería un ejercicio recomendable como un buen punto de partida. También ha habido en la región y en el mundo modelos que aunque no se puedan aplicar en forma idéntica aportan tácticas efectivas.
Las oportunidades están ahí, sólo tenemos que tomarlas, con determinación e inteligencia.
(*) José es economista (UBA), consultor empresarial y especialista en Ciencias Económicas. Esta serie titulada «Opotunidades» sigue a la serie mensual «Expectativas» publicada en CiudadSI.