¿Por qué a los chicos les gusta que les cuenten el mismo cuento una y otra vez?

No basta con que sean las mismas historias. La narración tiene que respetar cada detalle con exactitud. Si hay cambios, los chicos se inquietan y se enojan.

Igual que otras rutinas cotidianas, escuchar cada día el mismo cuento les da a los chicos una seguridad y tranquilidad fundamental para ellos .

A los niños les encanta que les cuenten cuentos. De hecho, es uno de los rituales más comunes cuando se van a la cama, justo antes de dormir. Es en ese momento cuando se da una situación curiosa: quieren escuchar el mismo cuento de siempre. Y no quiere solo la misma historia, sino también los mismos detalles: todo debe ocurrir igual que siempre, como ya sabe que sucede.

¿Qué pasa si el cuento cambia? El niño indicará al adulto que se lo cuenta que se ha equivocado, lo corregirá, le dirá los datos correctos. Y si el adulto insiste en su propia versión, el pequeño se enojará, quizás hasta se ponga a llorar. Pero ¿por qué? ¿Cuál es el motivo por el cual los niños quieren siempre el mismo cuento, sin modificaciones?

Hay varias posibles explicaciones. Una de ellas es un fenómeno evolutivamente normal en la infancia: los rituales. Cuando un niño pide que le lean un cuento una y otra vez, sabe que con lleva un ritual que se establece con una secuencia invariable dirigida por él, que le da seguridad.

Esto quiere decir que el cuento forma parte de una serie de acciones que de algún modo necesita que se repitan: bañarse, ponerse el pijama, cenar, meterse en la cama, etc. La repetición de un guión prefijado le da un sentimiento de control sobre el mundo que lo rodea, incluida la historia que se le cuenta.

A veces los adultos nos olvidamos que los niños viven en un mundo todavía desconocido y que las emociones que ellos experimentan son muy intensas. Esas emociones intensas tienen lugar frecuentemente en la vida cotidiana: miedo e inquietud ante lo desconocido, ansiedad ante la separación(muchas veces experimentada como una pérdida irreparable), emoción y seguridad gracias a la presencia de un adulto comprensivo y cariñoso, etc. En ese contexto, las rutinas son fundamentales, porque otorgan a los niños la tranquilidad que necesitan.

Saber qué pasará, parte del placer

Si se observa con atención, esta búsqueda de invariabilidad no es exclusiva de los niños. En el acto de repetir hay una vivencia de placer en sí mismo, como cuando los adultos repetimos una secuencia de conductas: escuchar música, leer, hacer deporte o cualquier otra actividad. Hay una anticipación por parte de los centros del placer del cerebro, que tanto a nosotros como a los chicos nos lleva a repetir anticipando que será placentero.

El cine de Hollywood es un buen ejemplo de esto. Las historias clásicas, las de mayor éxito de público, han sido y son las de final feliz. Cuando los adultos ven películas de acción o comedias románticas, saben de antemano que, pase lo que pase, al final ganarán los buenos y la chica y el chico terminarán juntos. Y no solo lo saben. Desean que así sea, lo necesitan. Esa repetición es parte del placer.

Los cuentos no solo entretienen y divierten a los niños, sino que también son parte de su aprendizajeUna de las grandes utilidades de los cuentos es ayudar a los pequeños a superar sus miedos. Este proceso se realiza a través del tema de las historias (con tramas que cuentan cómo distintos personajes pierden el miedo hacia la oscuridad, los animales, seres imaginarios, pesadillas, etc.), pero también gracias a la repetición de esas mismas historias.

El hecho de que los niños sepan lo que viene después en el relato que les cuentan contribuye a que el miedo desaparezca. Si se aterrorizan porque Pulgarcito está perdido en un bosque, experimentan cada vez que lo escuchan una emoción intensa, pero como saben que terminará bien, poco a poco van desarrollando la capacidad para dominar sus emociones. Es decir, obtener tranquilidad.

Y, además, la repetición de los cuentos ayuda a que los chicos aceleren la adquisición de vocabulario. A esa conclusión llegó un estudio de científicos británicos. Los investigadores trabajaron con dos grupos de niños de tres años, a los que les leyeron historias que introducían dos palabras desconocidas para ellos; a uno de los grupos les contaron tres cuentos diferentes, mientras que al otro les contaron siempre el mismo. Los de este último grupo, al final de la experiencia, recordaban mejor las palabras nuevas que los que habían escuchado cuentos distintos.

Lo que esta investigación sugiere es que lo importante no es el número de libros sino la repetición de cada uno de ellos, porque es lo que propicia un mayor aprendizaje. La primera vez puede ser solo la comprensión de la historia, la segunda la percepción de los detalles y la descripción, y así de forma progresiva, mientras que si la nueva palabra se introduce en una variedad de contextos, lo más probable es que los niños no logren concentrarse tanto en la palabra nueva.

Estos son los recomendados de esta semana:

El pirata valiente de Ricardo Alcántara y Gusti – Editorial Kalandraka

Es un divertido libro de cartón, perfecto para prelectores y primeros lectores gracias a su rima dinámica y la fantasía que derrocha.

El viaje cósmico de Saturnino de Raúl Bermejo y Nacho Uve – Editorial Beascoa

Raúl Bermejo se dio a conocer hace unos años por su incansable apuesta por concebir la educación como una aventura en la que se debe acompañar al niño con el máximo respeto, estimulando su creatividad, su espontaneidad e imaginación y ayudando a que cada uno desarrolle sus características individuales. Tener este libro entre manos es toda una alegría. Su proyecto educativo, basado en una metodología lúdica, Thinks for Kids, se materializa en este libro que es pura fantasía y libertad.



¡Súper Jaime! de Verónica Álvarez y Daniel Martínez de Leiva – Editorial La Tribu ediciones

Es un tierno y divertido cómic infantil de La Tribu Editorial protagonizado por Jaime, un niño de cinco años de lo más normal que para combatir las cosas rollo se convierte en súper héroe.

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