Consejos para leer a los clásicos

Los libros capaces de influir durante décadas, incluso siglos, son los verdaderos clásicos.

La lectura de un buen libro no siempre es fácil. Debemos conocer el contexto alrededor de una gran novela.

Fuente : Lecturalia

Cuando alguien nos dice que tal o cual libro es un clásico nos está animando a que lo leamos. ¿Qué hace a un libro “clásico”? Pues una mezcla de tiempo y consenso generalizado entre los lectores. A nuestro alrededor surgen cada día decenas de libros, pero con el paso de los años muchos desaparecerán sin dejar rastro. Sin embargo, algunos irán pasando de generación en generación, logrando ser reeditados una y otra vez. Esos, capaces de influir durante décadas, o incluso siglos, son los verdaderos clásicos.

Cuanto más cercano sea en el tiempo a nosotros, más fácil nos será entender de qué nos está hablando el autor. No es lo mismo leer a un escritor de principios del siglo XX que a uno del XVII, los códigos no son los mismos, la comunicación, el estilo o el ritmo son muy diferentes a lo que estamos acostumbrados. Por eso hay que tener en cuenta el contexto.

Si vamos a leer, por ejemplo, Las amistades peligrosas y queremos disfrutar de este clásico a fondo, lo mejor que podemos hacer es investigar un poquito por nuestra cuenta para conocer algo de su autor, Pierre Choderlos de Laclos. Saber que en su día fue considerado un libertino escandaloso y que quisieron prohibir su obra le da un punto más de interés. Por suerte, esto se soluciona en algunas ediciones críticas de los clásicos que llevan ya toda esta información.

Sabiendo algo del autor y también de la época cuando fue escrita -no de la época que narra, que esto no siempre coincide, claro-, nos enfrentamos a la obra de otra manera, con algo más de confianza. Ahí también tenemos que hacer el esfuerzo de entender que ni el ritmo ni las formas son las que ahora entendemos como habituales. Cada época tiene sus modas y si ahora nos gusta la literatura rápida y de videoclip, en otro siglo se podía llevar la descripción lenta y metódica del paisaje o unos diálogos artificiosos e interminables. Con pasar las primeras páginas nos acostumbraremos, no hay que dejarlo “porque no es como lo que leo ahora”.

Otro de los problemas a los que nos podemos enfrentar con obras clásicas es el de “esto ya lo leí, es poco original”. Si algo tienen los clásicos es que son obras fundacionales, de gran influencia en cuanto a tramas y personajes. Claro, es más que probable que hayas leído algún libro o visto una película con las mismas ideas: pero es porque las sacaron del libro clásico. Por decirlo de algún modo, al leer un clásico estás acudiendo a la fuente original de las historias, de la que han bebido cientos de escritores posteriores.

Así que, si querés leer un libro clásico, tené en cuenta estos consejos. Conocé el contexto del autor, su vida y su época, no te agobies si la estructura o ritmo del te resulta difícil al principio, y tené en cuenta que estás viajando a una obra germinal, de la que, casi con toda seguridad, han surgido cientos de nuevas historias. Pero quizá, el mejor consejo es que no hay que tener miedo a los clásicos, sino darles una oportunidad en nuestra biblioteca.

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