En esta nueva edición de «Encuentro en la distancia: “La posibilidad del encuentro en tiempos de distanciamiento social”, Laura Otero conversa con Melina Knoll, escritora, dramaturga y docente.
Por Laura Otero // @s.laura.otero
Es licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y docente de escritura creativa. Se formó como actriz en los talleres de actuación de Hugo Midón, Roxana Berco y Carlos Gandolfo. Trabaja como guionista de televisión. Dicta las materias de Storytelling y Redacción Humorística en diversas escuelas nueva edición de «Encuentro en la distancia: de Publicidad. En el año 1999 se publica su comedia Doble contra sencillo al obtener el Premio Germán Rozenmacher a la Nueva Dramaturgia, otorgado por la UBA. A fines del 2000 dirige la pieza Pret-a-porter y recibe el Premio del Instituto Nacional del Teatro. Más tarde en el 2008 su comedia dramática En la posición de Trendelembur obtuvo una mención en el concurso de dramaturgia organizado por Ediciones Colihue. Es autora de las novelas infantiles de Gaturro, el personaje de Nik, todas publicadas por Editorial Sudamericana. Y como autora de humor en televisión, participó en programas como el magazine Grandiosas, el humorístico No hay dos sin tres y el segmento infantil Paka–Paka, entre varios otros. Un perro solo del 2016, es su primera novela.
-¿En qué momento de tu vida te diste cuenta que te gustaba escribir? ¿Cuándo comenzó a escribir Melina Knoll?
Era chica. Debía tener 8 o 9 años. La escuela a mí no me resultaba especialmente entretenida ni fácil. Además, era tan temprano a la mañana… y me costaba muchísimo dormirme y levantarme en los inviernos tan fríos de esa época. Pero Lengua me encantaba. Y me iba muy bien. ¡Demasiado bien, en comparación con las otras materias! Creo que era porque ya en ese momento me gustaba mucho leer y tuve la suerte de que mi papá me comprara libros y, además, durante mucho tiempo, recibíamos una vez por semana en casa un fascículo, que era un cuento, y que los vendía un vecino del edificio. ¡Era una fiesta esa noche, cuando este hombre pasaba el fascículo por debajo de la puerta! Recuerdo perfecto el sonido que hacía. Los tengo todavía, dos volúmenes encuadernados. Pero ahora que me lo preguntás y recuerdo esa época….la verdad es que a mí me gustaba escribir en general; no sólo cartitas o poesías o pequeños cuentos. Me gustaba el acto de escribir. Por ejemplo: Jugaba a la maestra, con las muñecas y los peluches. Pero mi gran placer en ese juego era armar la lista de los integrantes del grado: El apellido y los dos o tres nombres que le ponía a cada alumno. ¡Nombres largos, en otros idiomas, inventados! ¡Dobles apellidos! Esa lista era un momento mágico para mí, de gran felicidad. El acto de escribir, la letra cursiva, las hojas, las biromes de colores…. me siguen encantando.
-Hay un mito que es la idea del escritor escribiendo en soledad, aislado, apartado del mundo “real”. Tu propia historia alrededor del oficio derriba esa ficción, siendo además guionista de televisión, de obras teatrales y docente. ¿Cómo te “organizás” con la tarea de escribir?
Sí, es como decís. El mito es ese y mi propia historia, en cierto sentido, no lo refleja. Pero la verdad es que yo jamás necesité aislarme para poder escribir, o para obtener la concentración necesaria. Para mí la escritura comienza antes, en otro lugar…en lo que observo, en lo que escucho, en lo que reflexiono, en lo que descubro…Entro y salgo de mí y, durante ese tiempo-que es, en realidad, todo el tiempo, porque es la vida-algo ya se va armando. Para decirlo de otra manera: Escribir no es poner por escrito. Poner por escrito es sólo una parte-importantísima y necesaria, claro-de escribir. Y en mi experiencia laboral y profesional he tenido y tengo variedad de situaciones, además: Escribir sola, escribir en dupla, escribir en equipo. Así es como me “organizo” según las necesidades y las circunstancias. El que realmente quiera escribir, podrá hacerlo. En la montaña o en el subte. Y el que no…no lo hará. Aunque se propicie paz y desierto y silencio espectral. Hay un espacio que es interno y ese es el que hay mantener; el que hay que aprender a cuidar. Lo demás es pura circunstancia.
-Cuándo y por qué empezàs a estudiar actuación? Fue en simultáneo a tu carrera de Letras?
Fue absolutamente simultáneo: Terminé el colegio, me anoté en el CBC de Letras y empecé a estudiar actuación. Tuve que esperar a ese momento, porque mi mamá no me dejó anotarme durante la secundaria. Su miedo era que dejara el colegio….Jaja. Porque lo que te conté de la primaria aplicó después también para la secundaria. Mi interés era escaso, aunque nunca estuvo en mis planes no terminar la secundaria …pero…Mi mamá se guardó el beneficio de la duda. ¡Y le salió bien! (risas).
-…Y mientras tanto también incursionaste en obras de teatro con las que recibiste premios..
Sí, fue ni bien terminé todo: La carrera de Letras y los sucesivos años de actuación. Para ese momento yo ya tenía clarísimo que actriz no quería ser, pero que escribir….iba a escribir siempre. Y entonces me dije: “Voy a escribir una obra de teatro”. Fue una forma, me parece, de juntar dos amores, dos pasiones. Y tuve mucha suerte en ese “maridaje”. De entrada, con “Doble contra sencillo” esa primera obra que escribí, gané un premio de dramaturgia y, además, la coprodujo el Teatro San Martín. Y después seguí, con otras obras de teatro y otros premios: “Pret-a-porter”; “En la posición de Trendelemburg”. Los concursos siempre me interesaron. Porque establecen plazos, límites…ordenan. Ya sea que uno gane o no un premio, porque en ganar o no pueden jugar múltiples factores. Pero, mientras tanto, uno se pone a escribir, termina, entrega en tiempo y forma… Los concursos son grandes estimuladores de concreción.
-¿Qué nos podés contar del “backstage” de tu primera y tan elogiada novela? ¿Qué hubo detrás, en ese recorrido del propio escritor -y más allá de su obra- desde que nace la idea y comienza a andar a palabras?
¿Qué hubo detrás de “Un perro solo”? De todo. Por lo pronto, antes que nada, mucho deseo y mucha determinación de escribir una novela, ya que nunca lo había hecho, nunca lo había intentado. Yo soy más bien sintética en la narrativa. Tengo un tipo de escritura algo tajante, que no se expande, para decirlo de algún modo. Y conozco los aspectos propios de la novela, su posibilidad y en ciertos casos necesidad de desarrollo, así que no sabía si iba a ser capaz de hacerlo. Sabía bien qué quería contar, qué quería decir, eso sí, porque eso suelo definirlo siempre antes de ponerme a escribir lo que fuere. Quería contar una historia que tuviera elementos del policial, pero sin policías ni detectives para decir algo que creo acerca de la ferocidad de la naturaleza humana, por ejemplo, entre otras cosas. Y para decir eso, construí una trama. Y una vez definida vino la cuestión de la estructura, claro, que fue lo más dificultoso para mí. ¿Cómo contar esa historia que yo quería contar?. También tuve que investigar un poco, sobre el mundo de los perros Rotwaillers, porque el perro es central en la novela….así que, como verás, si sigo…contarte el “atrás” quizá es más largo que la novela misma. Hubo mucho.

-¿Qué nos podés contar de la experiencia de trabajar como guionista en el exterior? ¿Cómo entraste al mundo de la televisión, tuvo que ver con tu tiempo de estudio de actuación, el volcar tu escritura también sobre lo audiovisual?
Del mismo modo que todos los shopping centers del mundo se parecen un poco entre sí, lo mismo ocurre con la televisión. Esto no afecta demasiado, por lo que pude ver, a los productores ni a los directores de arte, pero a los guionistas nos pone ante un problema muy obvio: La lengua y sus usos. El alcance de lo local y de lo coloquial. Las expresiones idiomáticas. En este sentido, si un proyecto internacional surge, para guionar correctamente hay unas cuántas cosas que saber y, en ese sentido, es más complejo. Al mundo de la televisión, entré por casualidad. Quiero decir, no estaba en mis planes. Pero una vez más, tengo que remitirme al golpe de suerte que vino vinculado a mi primera obra, “Doble contra sencillo”. Es una comedia, conformada ´únicamente por monólogos. Y durante su último tiempo en cartel, se exhibió en un teatro cuyo dueño, Marcelo Struppini, era coordinador de guión en una productora argentina muy importante en ese momento, PROMOFILM. Una noche, allí en el teatro, Struppini me comentó algo acerca de su día laboral y de un nuevo proyecto televisivo que estaba en pre-producción: “El club de la Comedia”. Y en ese momento yo, de la nada, sin plan previo, sin jamás haber tenido la intención de entrar en ese mundo, le pregunté: “¿Y no necesitan una guionista?”. El me miró, extrañado. Pero lo cierto era que sí necesitaban una. Me comunicó que yo para ser parte tendría que hacer un casting, adaptando monólogos españoles al humor argentino. Y claro, como mi obra era de monólogos cómicos y él la conocía, no le pareció un delirio que yo fuera la guionista de ese programa, que no respondía al formato estrictamente audiovisual. Di el casting de adaptación. Lo pasé. Y arranqué. Y no paré más. Así que, como te darás cuenta, lo audiovisual no fue el motor ni era un deseo nítido para mí. Mi motor siempre fue escribir, lo del formato o los formatos lo he ido aprendiendo e incorporando de acuerdo a lo que fue apareciendo en el camino.
-Te dedicás a la docencia de escritura creativa, ¿cómo se enseña a ser creativo, se puede construir?
En realidad, más que enseñar a ser creativo mi esfuerzo al dar clases es recordarles, ante todo, y demostrarles, que se es creativo. Se es creativo, porque somos seres creativos. En todo. Lo que sucede es que hay una o varias falsas ideas acerca de la creatividad. Y tu pregunta sobre la construcción, sobre si se puede construir, es fundamental. Porque una de estas falsas ideas es que la creatividad se tiene o no, como una especie de don o de inspiración divina externa que acomete o le sucede a ciertas personas y a otras no les sucede. Esto es falso. Se es creativo y lo que hay que aprender a construir y a incorporar en la escritura es un método de trabajo y un acceso directo y fluido a la propia esencia creativa. Nada más y nada menos. Lo que yo enseño es eso. A contactar con algo que, definitivamente, ya existía antes de mis clases. Es maravilloso verles las caras a algunos cuando lo descubren. Y cuando comprueban que ya no me necesitan, ni te digo. ¡Glorioso para mí! Quienes alguna vez estudiaron conmigo o recibieron alguna clase, formal o informal, saben la alegría que eso me provoca. Tarea cumplida.
-Trabajas en el área de Comunicación de la Subsecretaría de Acceso a la Justicia, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, ¿qué se trabaja concretamente dentro de esa área y cómo se ha transformado tu tarea y sus posibilidades en este contexto de pandemia?
La Subsecretaría de acceso a la Justicia tiene bajo su órbita varios Programas y Direcciones nacionales vinculadas a los grupos con mayor situación de vulnerabilidad en nuestra sociedad; Discapacidad, Trata y Explotación de personas, Mediación comunitaria, Violencia familiar, sexual y de género, pobreza… La pandemia no hizo más que evidenciar aún más esta vulnerabilidad. Mi labor fue siempre la de difundir los derechos de estos grupos y proponer diferentes acciones de comunicación para estos fines. La coyuntura de la pandemia modificó radicalmente mi tarea, ya que quedé a disposición, también, para colaborar en equipos de corrección y redacción de informes, y toda necesidad que vaya surgiendo según la urgencia y la emergencia. Ser parte de esta Subsecretaría, integrada por profesionales de excelencia y gran compromiso, me llena de orgullo. Aprendo cada día. Y allí estoy para lo que se vaya necesitando de mí.
-Me gustó mucho leerte en una presentación cuando dijiste que “crees profundamente en los códigos de las relaciones humanas y en las lealtades”, qué lindo encontrar personas así…
¡Gracias!…Entiendo, entonces, que vos serás también de este “equipo”, ya que te gustó leer eso en aquella presentación. Yo me siento muy afortunada y agradecida de poder creer en códigos humanos y lealtades, porque en mi caso no es una idea o un “deber ser”; es una creencia que nace de mi experiencia vital. Adonde mire, allí están. O allí estuvieron; códigos y lealtades. Siempre. Y los reconozco. Los recuerdo. Eso sí, yo tengo muchísima memoria, hecho que me compromete y también me ayuda.
-¿En qué circunstancias te encontró la aparición de este virus COVID19 en el 2020? ¿Afectó de alguna manera tu rutina de redacción?
Comenzaba el año y esos comienzos, en mi caso y creo en el caso de la mayoría, suelen estar asociados a todo lo que uno proyectó arrancar. Así que fue una frenada abrupta no elegida y, a partir de ese momento, mucho se trató de decidir lo nuevo para hacer o diferentes modalidades para poder hacer las mismas cosas. Mi flexibilidad se puso a prueba al máximo, desde ya, pero yo disfruto de encontrarle la vuelta a las cosas. Mi rutina de redacción no es rígida y tampoco lo era en ese momento. En cierto sentido, ganó terreno. Porque el tiempo de traslados por la ciudad se redujo y pude sentarme más horas a poner por escrito, ya que, tal como te comentaba antes, escribir…también escribo mientras duermo …Con o sin pandemia.
-Desde tu condición de escritora y docente, ¿cuál es tu opinión acerca del avance de las tecnologías sobre los cambios en los modos de leer?
No es fácil opinar sobre esto. Hace años que en Educación se brega por la incorporación de las TICs en las aulas y me consta que hay gente muy sólida involucrada en el diseño de estas tecnologías. Pero esto no garantiza la correcta implementación, que va por otro lado. Si las nuevas tecnologías constituyen una suerte de “atajo” para el pensamiento, mi opinión es que atentan contra la lectura y el modo de leer, los libros y la realidad. Porque yo pienso que el camino “más largo” supone otro proceso de pensamiento y no veo beneficio en acortarlo, más bien me encuentro con lo contrario. Ahora, si hablamos de dispositivos, es decir, de leer o no en libro digital y la practicidad que esto supone, es otro tema. Para mí el objeto libro es precioso y lo elijo cada vez que puedo, pero en tanto no suponga este “atajo” en el pensamiento, y una premura y velocidad a la hora de interpretar un texto, comprendo que haya quienes prefieran el Kinddle o dispositivos del estilo cuando de leer se trata.
-¿Qué “aprehendiste” durante el tiempo de encierro en lo personal y de qué manera “viviste” las emociones?
Mi forma de “vivir” las principales emociones no se vio modificada. Siempre valoré el tiempo compartido con mis afectos y le hice lugar. El tiempo de encierro trajo nuevas modalidades de comunicación, pero no descuido ni indiferencia. Me reencontré –virtualmente al principio y presencialmente dentro de lo que se pudo-con gente querida que hacía añares no veía. Empecé a estudiar francés, una asignatura pendiente que me produce un entusiasmo enorme. Vi a grandes amigos aventurarse en sus propias asignaturas pendientes y pude compartir con ellos su entusiasmo también. Te podría decir que “aprehendí” sin parar, un poco de todo…
-¿De qué se trata el curso que estás por brindar en los próximos meses de junio, julio y agosto, sobre redacción de comedia?
Es un curso de dramaturgia, de teoría y práctica de escritura teatral de comedia, que me entusiasma especialmente, porque tiempo que quería encarar un taller en el que se escribiera una obra de teatro de principio a fin. Si bien en mis clases, dentro de estructuras formales de redacción en escuelas de publicidad o con alumnos particulares de redacción, todo lo que se empieza se termina, nunca el tiempo da para abordar un único proyecto más largo, como lo es una obra de teatro. Además, sé que en muchos talleres de dramaturgia suele ocurrir que se escriben escenas sueltas o consignas aisladas; sirve, porque ejercitar la escritura sirve siempre, pero yo estoy más interesada en acompañar procesos completos. Y enseñar a escribir comedia es un plus para mí porque, en lo teatral, soy una especie de militante de la comedia, cuando está bien escrita y bien actuada. Este taller que voy a dar, virtualmente, en el espacio teatral NUN me permite acompañar el proceso. Son tres meses, 12 encuentros semanales en modalidad virtual, de tres horas cada uno. Y en este momento, además, me dan los tiempos y los horarios para poder hacerlo. Me gusta imaginar que al finalizar estos tres meses, cada uno tendrá su propia comedia escrita para poder salir al ruedo de una forma u otra. Y a partir de ahí…!A conquistar la primavera! (risas).
-¿Qué fue lo más lindo que leíste y lo más lindo que escuchaste durante el aislamiento obligatorio?
Lo más lindo que leí fueron textos de amigos que se pusieron formalmente o más intensamente a escribir durante la pandemia, y de algunos alumnos que tuve. A mí me fascina que la gente escriba y lo celebro siempre. Y lo más lindo que escuché fue el programa de radio “Casaradio”, conducido por Andy Kusnetzoff y Hernán Casciari, con Mercedes Scapola en la dirección de actores y con una producción y posproducción de sonido de gran nivel. Fue una propuesta de tres meses que valorizó la Literatura, y que gracias a los actores y las actrices que las leyeron e interpretaron acercó a las casas la importancia de contar historias y de que nos cuenten historias. Una costumbre milenaria y necesaria que no hay pandemia que pueda destruir.
Taller de dramaturgia que dictará Melina Knoll durante los meses de junio, julio y agosto. Informes e inscripción [email protected]